(Work in progress)
Esta instalación inmersiva es la primera de un cuerpo de trabajo que interroga el valor y el legado de la fotografía documental a través de un acto radical de transformación. Durante más de una década trabajé como fotógrafa, generando miles de imágenes que ahora permanecen archivadas y, en su mayoría, sin ser vistas. Esta obra cuestiona su relevancia y plantea: ¿qué sucede cuando confrontamos la totalidad de nuestro trabajo creativo, no como artefactos aislados, sino como un solo organismo vivo? Deseo comenzar con esta serie porque representa el acto de transformación necesario para hacer esta transición.
En un entorno construido como cuarto oscuro, clavaré miles de estas fotografías directamente en las paredes—superpuestas, desordenadas y abrumadoras. Sobre ellas, aplicaré una capa de arcilla cruda proveniente de la cantera cercana al pueblo de mi madre, formando un velo o sudario metafórico. A medida que la arcilla se seque y agriete con el tiempo, las imágenes comenzarán a resurgir, revelando el juego material y simbólico entre el ocultamiento y la revelación.
Este proceso culmina en una performance de duración extendida: un ritual de 24 horas en el que habitaré el espacio en soledad, cubierta de arcilla, entablando reflexiones habladas con fotografías individuales—explorando sus dimensiones técnicas, emocionales y contextuales. Esto será grabado y editado como una pieza de video en alta definición. Una serie limitada de collages fotográficos, desarrollados a partir de la performance, acompañará la instalación. La obra se inspira en búsquedas visionarias indígenas, ritos espirituales y pruebas de resistencia psicoemocional, formando una declaración sobre la memoria artística, la mortalidad y la reanimación de archivos personales.
En el enlace se puede ver un ejemplo de mis imágenes que he ensayado en las paredes de mi estudio, ya que he comenzado a investigar las fotografías de mi archivo.
Esta serie es la pregunta, la declaración y el trabajo que me llevará a las dos siguientes.
Esta serie explora la impresión de paisajes—tanto literales como metafóricos—sobre formas cerámicas, un conjunto de obras que me lleva a la siguiente etapa necesaria: la creación de objetos individuales con un nuevo sentido de importancia.
Imágenes fotográficas de ríos, flora, fauna y formaciones geológicas locales de la Sierra del Segura se traducen primero en grabados tridimensionales sobre linóleo. Estos relieves se presionan luego sobre planchas de arcilla, que se secan y se cuecen inicialmente en un horno eléctrico para garantizar su integridad estructural.
La transformación final ocurre en un horno de leña tipo Anagama, donde el humo y la combustión dejan marcas tonales impredecibles en la superficie, fusionando imagen y material en un proceso de colaboración elemental.
Cada fotografía cerámica lleva el residuo del fuego, el viento, la ceniza y la tierra—sirviendo como testamentos fosilizados del entorno que representan. Esta serie actúa como un puente entre el índice fotográfico y el artefacto cerámico, desdibujando las fronteras entre representación y presencia, entre naturaleza y artificio.
El proyecto en Los Gabrieles marca un momento crucial en mi trayectoria artística, donde la historia, la narrativa personal y los principios ecofeministas se entrelazan en una instalación cerámica contemporánea.
Invitada a crear un mural para el techo curvo y dos piezas circulares para una bodega privada, me adentré en el ritual del trabajo con arcilla, utilizando arcilla silvestre de Galicia debido a las limitaciones de los materiales locales.
El mural—con una vaca sagrada flotante, amebas, rinocerontes y otras imágenes simbólicas—refleja temas como la energía natural, la identidad y los absurdos de la vida.
Tanto las baldosas hechas a mano, como los círculos cerámicos, están impregnados de mi historia personal, evocando una conexión profunda con mi herencia y con la evolución continua de Los Gabrieles.
Este proyecto es más que una obra de arte; es una ofrenda espiritual y metafísica que fusiona tradición, visión contemporánea y las imperfecciones que le dan textura a la vida.