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Era un vuelo a Jartum (Sudán) y el avión estaba todavía en la pista cuando se escuchó un anuncio del capitán que me impidió seleccionar una película: «Agarraos bien, vamos a salir de la puerta de embarque en cinco minutos». Luego oí a un pasajero decir: «El capitán se acaba de levantar para ir a hacer pis». ¿Será eso por lo que esperamos cinco minutos más?

El rosa y el turquesa provocan una tormenta de arena. Una chica con labios de terciopelo lleva una chaqueta de cuero falso, hay 38ºC fuera y es invierno. El estadio de fútbol no tiene hierba, el parque de atracciones no tiene sonido. Muchos hombres vestidos de blanco. El turquesa es más de un verde fluorescente cuando aterrizamos en la República de Sudán.

La República de Sudán, a menudo citada como Sudán del Norte o, simplemente, Sudán, no es Sudán del Sur. Antes de la Guerra Civil de Sudán sólo había un Sudán, pero en 2011 la gente de Sudán del Sur decidió separarse mediante una votación. Sudán del Sur ahora está en medio de una terrible Guerra Civil; Sudán del Norte tiene zonas muy difíciles, pero si eres un viajero experimentado quizá sea un buen lugar para tu próxima aventura.

Hace sólo unos meses, en noviembre de 2016, viajé a Sudán invitada por la Organización Mundial del Turismo y me dieron la oportunidad como fotógrafa de experimentar un país muy poco viajado. Aparte de todas las contradicciones y del conflicto existente en viajar a un país que vive una situación humana tan difícil, si eres valiente y te gusta conocer destinos únicos, esta experiencia auténtica te dejará deslumbrado.

Hay vías de tren abandonadas cubiertas por arena fina de desierto y cuatro casitas típicas en forma de cabaña circular con tejado en punta y aspecto de aves zancudas; las ramas secas de árboles muertos van surgiendo entre lo que una vez fue el hogar de los empleados de la empresa de ferrocarril sudanesa de Puerto Sudán. Viajando por una tranquila carretera mientras un sol abrasador va friendo el tejado de tu coche tienes la sensación de que el agua aquí es más importante que el papel higiénico, aunque este último también sea importante. Los camellos pastan sin rebaño; los rebaños se ven por la noche con los faros. La energía creativa fluye por lo desconocido a medida que la adrenalina bombea en el aliento de otro momento.

Un mercado nocturno exhibe las culturas y tradiciones locales del pueblo beja. Palos largos, pelo afro, faldas blancas y chalecos negros describen el estilo de los conocidos como Fuzzy-Wuzzies. «Fuzzy-Wuzzy era el término usado por los soldados británicos coloniales para llamar a los guerreros beja que apoyaron al sudanés Mahdi en la Guerra mahdista«, e incluso Rudyard Kipling escribió un poema en su honor. El respeto que los soldados tenían por ellos procedía de las plazas de infantería británica que fueron destrozadas por estos guerreros tribales y su destreza marcial. Winston Churchill declaró que ellos fueron la única tribu que llegó a derrotar al Ejército británico.

Al día siguiente en otro mercado dos jóvenes agitan largos sables y se arreglan sus blancos dientes con pequeños trozos de madera. Parecen muy inocentes hasta que intentas hacerle una foto a uno de ellos, y entonces te piden dinero. Aquí ha venido alguien a hacer fotografías antes.

El poema ‘Fuzzy-Wuzzy‘, de Kipling.

El Mar Rojo está a sólo 20 manzanas de este mercado, pero da la extraña sensación por su piel polvorienta de que estos hombres nunca van allí. Pastorean a camellos durante semanas, a veces meses, sin ninguna referencia de tiempo o distancia. El único interés que tienen por el agua es el de beber. Se me clava en la mente una imagen de estos Fuzzy-Wuzzies como uno de los encuentros más divertidos.

Cuando viajas a un lugar como este, o acabas en una furgoneta con cortinas de terciopelo adornadas con borlas de color o en una motocicleta arreglada como si fuera una carroza, o llamas mucho la atención. Mientras intentan elegir al mejor personaje para un posible guión, un grupo de Fuzzy-Wuzzies agolpados alrededor de mi furgoneta tratan de ver a través de las ventanas tintadas. Ya fuera un grupo de chicas desnudas en una bañera de agua burbujeante o un político local, ellos tendrían la misma expresión. El que no oye el mal ni ve el mal ni siquiera sabe lo que es el mal.